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arrabales

CINCO AÑOS Y CUATRO MESES

Y no recuerdo la mayoría de cosas que han ocurrido durantes estos cinco años y cuatro meses.

Y las que recuedo, no sé qué me llevó a ellas.

Tal vez debería invertirme y recordar lo olvidado y olvidar lo recordado.

Tal vez.

Nueva época

Ha sido bastante tiempo. No sé la razón de que dejara de escribir aquí, pero lo cierto es que un día dejé de hacerlo. Sin más.
Si existe alguien que ha entrado para encontrarse un escrito nuevo, lo siento. También siento el haberme ido sin despedirme. De todas formas, excepto un par de personas, no creo haber sido muy leído.

Bueno, en esta nueva etapa hay pequeños cambios. En primer lugar, si os fijáis, en la bitácora tan sólo hay tres secciones, el diario, metamorfosis y mis escritos para Alma. En segundo lugar, existen dos bitácoras nuevas. He dedicado una a Lucía. Ya hay un escrito allí, el numerado 34 de los que tengo sobre ella. Los otros 33 no creo que nunca los ponga por aquí, a excepción de 4 o 5 que ya leísteis. También existe una bitácora de contenido explícitamente sexual. Esta ya la tenía con anterioridad, simplemente que le voy a dar un nuevo aire e ir incluyendo cosas.

Y nada más. Espero que os gusten estos cambios.

Un saludo

De puro curda

De puro curda

Che mozo!
siva un trago más de caña,
yo tomo sin motivo y sin razón,
no lo hago por amor
que es vieja maña,
tampoco pa` engañar al corazón.
No tengo un mal recuerdo que me aturda,
ni tengo que olvidar una traición,
yo tomo porque sí, de puro curda
pa`mi siempre es buena la ocasión.

Y a mí, qué me importa que diga la gente
que paso la vida en un mostrador
por eso no dejo de ser bien decente
ni pierdo mi hombría ni enturbio mi honor.
Me gusta! y por eso le pego al escavio,
a nadie provoco ni obligo jamás
y al fin si tomando me hago algún daño
lo hago conmigo, de curda nomás

Si un hombre pa`tomar un trago e`caña
precisa la traición de una mujer,
no es hombre, no se cura, no se engaña,
es maula p`al sufrir y p`al querer.
Yo tengo bien templao al de la zurda
no tomo pa`olvidar una traición
yo tomo porque sí de puro curda
pa`mi siempre es buena la ocasión.

Letra de Carlos Olmedo
Música de Abel Aznar

Juanita y Manuel

Para todas las juanitas y manueles, hayan tomado un billete rumbo a lo desconocido o no.


Juanita lleva los años con resignado desdén,
mientras el lavaplatos gira en su jardín del edén.
Siempre después de comer sentada ante el televisor
vive intentas emociones contemplando un culebrón.

Juanita a veces sueña con una vida mejor,
como la de las princesas de las revistas del corazón.
Y aunque su Paco no es tan malo, y rara vez le pega,
piensa en un guapo galán que la mime y que la quiera.

Por las rendijas del tiempo escapa toda la vida.
Se desperdicia el momento y los deseos se olvidan.

Manuel se vio en el espejo al afeitarse una mañana,
harto de tanta mandanga y burocracia cotidiana.
Doce años aburrido en una lúgubre oficina,
pensó que ya era hora de romper con la rutina.

Contempló sus ojeras, se aplico su mejor loción,
y luego trató de poner cara de Harrison Ford.
Por más vueltas que le daba, de frente y de perfil,
fijo que aquella noche volverá solo a dormir.

Por las rendijas del tiempo escapa toda la vida.
Se desperdicia el momento y los deseos se olvidan.

Juanita rompió los platos y un buen día se marchó.
Su Paco estaba durmiendo y los niños viendo televisión.
Mientras Manuel compra un billete rumbo a lo desconocido,
para que cambie su suerte en algún lugar perdido.

Juanita y Manuel cruzaron sus ojos bajo el sol,
y allí mismo se abrasaron con el fuego de la pasión.
Cuando miran al pasado ven una foto borrosa,
si hasta aquí hemos llegado, que no se pare la cosa.

Que no se pare la cosa.

Tema: Juanita y Manuel
Intérpretes: Los especialistas

Cuento breve infantil (Versión de recuerdos)

Cuento breve infantil  (Versión de recuerdos)

Había una vez un valle con dos colinas a cada extremo. Encima de ellas, en lo más alto, casi tocando el cielo, cada una de ella tenía un castillo. El castillo del dragón Malvado y el castillo del dragón Bondadoso.

El dragón Malvado ya hacía tiempo que tenía la manía de irse a vivir al castillo del dragón Bondadoso. Cada día su castillo era más desastrado, mientras que el del dragón Bondadoso era más bonito y brillaba mucho.

Una mañana, después de pensarlo, decidió quitarle el castillo a su vecino. Así que salió de su castillo y empezó a cruzar el valle que les separaba. Mientras tanto se reía ya que la cosa iba a ser coser y cantar. Aunque era un dragón solitario, por ser muy malvado, había oído decir que él era el dragón más fuerte y cruel de todo el mundo. Con su fuerza, maldad y malas artes estaba chupado quitarle el castillo al dragón Bondadoso. Seguro que se pondría a temblar en cuanto le viera llegar.

En un plís plás llegó a los pies de la colina, Y desde abajo gritó hacia el castillo del dragón Bondadoso:

- Dragón Bondadoso, quiero tu castillo y vivir en él. Como dos dragones no pueden vivir juntos, tendrás que irte. Tienes una hora para salir.

Y dicho esto, se tiró en el suelo y se puso a descansar, durmiéndose al cabo de poco.

El dragón Bondadoso, al oírlo, se puso a temblar. Se asomó muy despacito a una ventana y vio allá abajo al dragón Malvado. Parecía muy malo y grande. Y tenía cara de poco amigos.

Al dragón bondadoso no le gustaba vivir sólo, por eso estaba rodeado de otros animales. Ardillas, ciervos, conejos, moscas, perros, ranas y cualquier otro animal que quisiera vivir con él. Y los animales amigos del dragón Bondadoso también se pusieron a temblar.

- Tenemos que pensar algo –dijo el pato-.

Todos los animales se pusieron a pensar, pero no se les ocurría nada. Por fin, la gaviota dijo: ¿Y si todos a la vez, como si fuera una voz, decimos Ahora salgo? De esa manera saldrá una voy muy fuerte y alta, y el dragón malvado pensará que el dragón Bondadoso es muy grande y se ira asustado.

A todos les pareció buena idea, unidos podrían ganar al dragón Malvado. Pero el dragón Bondadoso pensó que no sería suficiente. Así que siguió pensando y pensando hasta que de un salto salió corriendo. Se fue al patio para hablar con los escarabajos peloteros, diciéndoles que se unieran para hacer una pelota muy grande, tan grande que casi no pudiera salir por la rampa del castillo.

- La frase que tenemos que decir todos es Perdona por la cagarruta, ahora salgo – dijo el dragón Bondadoso a los animales-.

Todos se pusieron a la vez a repetir la frase. En voy bajita, para que el dragón Malvado no les oyese. Mientras tanto, los escarabajos trabajaban sin para fabricando una pelota muy grande.

Cuando había pasado una hora, el dragón Malvado gritó: Sal del castillo o subo a por ti. De pronto se abrió la puerta del castillo y algo muy grande salió de él. Los animales empujaron la pelota de los escarabajos peloteros hacia abajo por la colina. Mientras lo hacían gritaron todos como si fuera una única voz:

- Perdona por la cagarruta, ahora salgo.

El dragón malvado vio como una bola gigante, más alta que él, se acerca a toda velocidad. Pensó que si esa era la cagarruta del dragón Bondadoso y si la voz era tan fuerte, debería ser el dragón más grande de todos los dragones. El dragón Malvado se puso a correr hacia su castillo y no paró hasta que cerró la puerta a cal y canto. Estaba muy asustado y pensaba que se había salvado por los pelos.

El dragón Bondadoso y todos los animales se felicitaban unos a los otros. Estaban muy contentos. El búho dijo:

- Ni el animal más fuerte y malvado puede ganar a todos los demás animales juntos.

Donde vivo IV

Donde vivo IV

Un brazo de vegetación con agua a ambos lados.
Se me olvidaba... Esta y las dos anteriores hechas desde la azotea de mi edificio.

Donde vivo II

Donde vivo II

La ciudad al fondo. Lejos, lejos...

Donde vivo III

Donde vivo III

El/la mar.

Donde vivo I

Donde vivo I

¿Veis la torre que está más a la derecha?
¡¡¡Ahí!!!

Amado mío

Amado mío

Oh, oh, ohhhhhh… ¡Se acabaron las vacaciones!
En estos días de parsimonia y dejadez alguien me preguntó cuál era mi canción favorita. Llevo una semana pensándolo; Y ya, sin dudas, es Amado mío.
Busqué el CD de Pink martín sympathique. Lo había metido en lo más profundo de una caja de cosas que nunca voy a volver a utilizar y el lo más íntimo de mi corazón. Ese CD tiene otro tema.


love me forever
and let forever begin tonight.
Amado mío
when we’re together
I’m in a dream world of sweet delight.

Many times I’ve whispered
“amado mío”.
It was just a phrase
that I heard in plays.

I was acting a part
but now when I whisper
“amado mío”.
Can’t you tell I care
by the feeling there
cause it comes from my heart.

I want you ever.
I love my darling.
Wanting to hold you
and hold you tight.
Amado mío
love me forever
and let forever begin tonight.


Tema: Amado mío
Autores. Doris Fisher y Allen Roberts
Versión: Pink martín sympathique

Post scriptum: Si a alguien le interesa, hay formas de que se la pueda hacer llegar. ;)

Chonda

Chonda

Uno suele ir por la vida así, como quien no, buscando un nosequé, y de repente se sorprende. Agradablemente. Y es que, sin saber las razones, y si te acompaña la fortuna –que estas cosas no suelen ocurrir-, te miras en unos ojos. Y ves un/a igual. Y sientes que siempre le/has conocido. Vamos, que casi sin hablar, estás segurísimo de saber todo de su vida.
Eso me ocurrió con ella. La conocí primero virtualmente, por aquí, y un buen día nos vimos las caras. En realidad nos separan muchísimas cosas, muchas más de las que nos unen, pero uno está convencido que se podría pasar media vida junto a ella. Sin más, sin razones que acompañen a la lógica. Y no es una cuestión de atracciones, tanto físicas como psíquicas. Simplemente es una igual. Alguien con quien tengo la sensación de que, con ver mi gesto, sabe como me encuentro. Alguien a quien por oírle un suspiro sé donde le duele. Y pueden pasar años, muchos años, y volvernos a ver. Y estoy más que convencido que nos diríamos un hola, qué tal ayer. Porque lo sé ya todo de ella. Y lo sabré siempre.
Esa imagen que veis es su rostro. Guapa, ¿Verdad?. Pues eso no es lo mejor. Lo mejor es que nunca le tendré que pedir perdón por nada. Ni ella a mí. Hagamos lo que hagamos. Nos conocemos tanto desde hace siglos que todo nos lo comprendemos. Y sabemos de sentimientos, de intenciones, de manías y de formas de ser. Y ella es como es. Y yo la acepto así. Y ella me acepta a mí. Sin trampas ni mentiras.
Me dijo que estaba meditando seriamente el casarse con un tipo. A mí ni me pareció ni bien ni mal. Sólo le pido una cosa, que sea feliz. Bueno, y si se casa, como derecho de pernada, dos cosillas más. La primera que me invite a su boda. La segunda que me siente al lado de una señora de buen ver. Y es que con esas, yo ya me apaño.

Un beso, amiga.

Atrevimientos

Llevaba tiempo pensándolo. Lo leía y releía; una vez tras otra. Cambiaba, modificaba, consultaba y meditaba posibilidades. Dudas y dudas...

Sabía que iba a verla en Sevilla. Y que ya es el momento de dar este paso. No me atreví a dejarlo en la maleta o en la mochila que me acompaña siempre. Necesitaba sentirlo cerca, junto a mi piel. Temía perderlo. Nunca un objeto llevaba algo tan intimo, tan mío que fuera ser de mi ser. Un CD, un simple CD grabado en casa con un relato infantil.

Fue después de cenar. En el hall del hotel, fumando tranquilamente unos pitillos varios de nosotros. Tras un par de horas de tortuosa charla –aunque ellos dirán que fue tremendamente agradable- por fin llegó mi turno. Nos quedamos solos. Ella y yo. Y bueno... lo hice.

Le dije que llevaba un CD con un escrito. Que me gustaría que lo leyera. Que eso, que era mío. Nada serio, pequeña cosa. Un juego, pero me interesaba su opinión. Que tal, que no tenía grandes aspiraciones. Que no lo hacía porque ella era quien era –directora de ediciones de literatura infantil-, sino por la amistad que nos unía. Que sólo pensaba en su opinión. Que cojones, que qué mal lo estoy pasando...

El miércoles, también después de cenar, me buscó. No fue una casualidad nuestro encuentro. Me miró, y me dijo que era bueno. Suficientemente bueno. Que le han llegado cientos de cosas peores de gente que ya ha publicado. Pero que tranquilo, que hará lo que debe de hacer. Lo enviará como uno más al comité lector. Que ella apenas lee una selección de lo que tiene serias posibilidades de salir en papel. Pero que este, el mío, ya lo había leído. Y le gustaba. Y ahora veríamos si gustaba a los que suelen leer y seccionarle lo editable. Como despedida me preguntó, casi riendo, si había pensado en que ilustrador me gustaba para acompañar mis palabras.

Esa noche, fue todo como un sueño. Lo celebré al día siguiente, el jueves, el último día que estábamos allí. En la fiesta de despedida bailé, canté en un karaoke y bebí a cuenta de una buena temporada. Tal vez por eso hoy estoy afónico.

Cantares

De esta semana en Sevilla os he traído uno de los mejores regalos que os podría hacer. Un poema escrito por dos poetas, que me demuestran que el sur y el norte, tan diferentes, pueden a veces cantar juntos.
Al leer uno está de acuerdo en ciertas cosas. En un poema te puedes ver en parte, en determinadas estrofas, en alguna palabra. Yo, en Cantares, creo que suscribo hasta la última coma. Gracias Antonio. Gracias Joan Manuel.


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar:
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»

golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»

golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar,
cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»

golpe a golpe, verso a verso.

Días sin escribir

Cuatro días de gripe y cuatro de viaje, suman ocho. Estoy haciendo la maleta, y me duele todo.
Joder, no me apetece irme mañana... Y he de ir.
Estoy débil, el virus me ha destrozado.

La milonga

La milonga

Hay un lugar por La Malvarrosa al que siempre quiero ir pero nunca encuentro con quien.
Es un altillo. Está encima de unos de esos bares viejos de la zona. De los del marítimo. Un bar donde el olor a frito te impregna, donde las mesas, de puro gastadas, dan la sensación de sucias. Donde lo típico sería cenar de picoteo. Unos calamares a la romana, unas tellinas, tal vez esgarraet. Y ai i oli. Y mucho aceite, servilletas de papel, vino en botella cuadrada; rellenada.
El altillo tendrá, supongo, unos setenta metros cuadrados. O más. Tiene un suelo de gres, de ese gres barato que producen sin parar las factorías de Castellón. Su techo es bajo, casi llegando al límite de lo permitido. Y mesas redondas, con cuatro sillas que las rodean. Mesas pegadas en dos de las cuatro paredes del local, dejando claro un espacio central diáfano para la danza.
Al entrar, accediendo por una oculta y estrecha escalera en el bar, recibe un hombre mayor. Semi calvo, con ojos sabios que te desnudan. Cara ancha, tal vez grueso. Te preguntará si eres socio, pero el no serlo no significa ningún problema. Sólo debes de abonar lo que te diga –creo que sobre los seis euros- y te permitirá el acceso. A cambio, disfrutarás de la atmósfera y te podrán servir una copa.
Siéntate, aún es pronto. Tan sólo hay otra pareja, que habla desenfadadamente. En la esquina, una chica con falda negra marca unos pasos. Dos hombres, que rondarán los cincuenta y cinco, manipulan un lector de CD como el que yo tengo en mi casa. Y suena la música...
Van llegando parejas, como un pequeño goteo. Pocas, en el punto álgido no llegaremos a las quince. Treinta personas. Todas mucho mayores que yo. Bueno, tal vez un par que rondan mi edad...
Sale una, y otra... Luego se animan tres más. Y danzan. Sus cuerpos se aproximan, se dejan envolver por el tango. Sólo están ellas y el tango.
Y yo siento envidia. Y ella, la chica que he llevado, admiración. Y de repente me dice que quiere aprender. Y yo me pregunto si lo lleva dentro. Sólo lo compartiré con quien lo lleve dentro. No es un pasatiempo más.

Franz y Sabina

Franz y Sabina

Esta noche de insomnio, rescatando cosas pasadas -guardando recuerdos-, he vuelto a leer este fragmento de La insoportable levedad del ser (Milan Kundera). Ya lo puse una vez en un lugar.
Hace mucho tiempo, yo fui como Franz y conocí a Sabina.


“Franz es fuerte, pero su fuerza se dirige sólo hacia fuera. Con respecto a las personas con las que vive, a las que quiere, es débil. La debilidad de Franz se llama bondad. Franz nunca podría dar órdenes a Sabina. No le mandaría, como en tiempos hizo Tomás, que coloque un espejo en el suelo y ande encima de él desnuda. No es que le falte sensualidad, pero le falta fuerza para mandar. Hay cosas que sólo pueden hacerse con violencia. El amor físico es impensable sin violencia.
(...)
¿Y si tuviera un hombre que le diera órdenes? ¿Alguien que quisiera ser su amo? ¿Cuánto tiempo iba a aguantarlo? ¡Ni siquiera cinco minutos! De lo cual se deduce que no hay hombre que le vaya bien. Ni fuerte ni débil. Dijo:

-¿Y por qué no utilizas tu fuerza contra mí?
-Porque amar significa renunciar a la fuerza –dijo Franz con suavidad.

Sabina se dio cuenta de dos cosas: en primer lugar, de que aquella frase era hermosa y cierta. En segundo lugar, de que, al pronunciarla, Franz quedaba descalificado para su vida erótica.”

Y unas páginas más adelante...

“Entonces se percató con sorpresa de que no era desdichado. La presencia física de Sabina era mucho menos importante de lo que había supuesto. Lo importante era la huella dorada, la huella mágica que había dejado en su vida y que nadie podría quitarle. Antes de desaparecer de su vista tuvo tiempo de poner en sus manos la escoba de Hércules, con la cual barrió de su vida todo lo que no quería. Aquella inesperada felicidad, aquella comodidad, aquel placer que le producía la libertad y la nueva vida, ése era el regalo que le había dejado.
(...)
Por lo demás, siempre prefería lo irreal a lo real. Era más feliz con la Sabina que se había convertido en una diosa invisible que con la Sabina con la que recorría el mundo y por cuyo amor temía constantemente. Le había dado la inesperada libertad del hombre que vive solo, le había regalado la luz de la seducción. Se había vuelto atractivo para las mujeres.”

Sobre el día de los enamorados

Tengo una duda, una jodida duda. Estaba pensando que, tras visitar algunos blogs, la de peña que celebra eso del día de los enamorados. Y la verdad, me he sorprendido. Y es que uno está acostumbrado a aquello de que “yo no celebro la navidad”, o “Tengo unas ganas de que pase... es aburridísimo”. En cambio, llega el 14 de febrero y... ZASSSS!!! Toma guapo, ten de esto.

Por lo que a mí me toca –aunque prefiero tocar-, no sé si celebro las navidades o no. Pero sí sé que tengo ganas de que lleguen. Tengo unos días para mí. Unos días donde disfrutar de mi tiempo y hacer cosas que, con el pasar de los días, no he podido hacer. Y veo a mis primos –incluso me emborracho con ellos-, como cosa fina y buena, me hago unas siestas de muerte y canto algún villancico.

Y es que me estoy oliendo que aquello de fuenteovejuna iba en serio. Que si hay que condenar ciertas fechas y ensalzar otras tantas, que allá vamos. Y eso, que joputa quien no baile...

... quien no baile... Vaya, acabo de recordar que le prometí a mi prima ser bueno. Así que ya me veo guardando el matasuegras y el sombreritofindeañocoñoconlagoma y sacando alguna poesía de Benedetti o un ramito de violetas para mi bien amada.

Que seguro que me lo agradece, oye.

En estos momentos

En estos momentos se lo estoy diciendo. Por fin he reunido el valor.
Sólo pido la fuerza para mantenerlo.
Y la esperanza de que...

Una canción

Hace ya tiempo, Alma me envió una canción. Y desde entonces, a veces, la he escuchado recordándola.

Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo.
Y es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo.
Ya no puedo acercarme a tu boca sin desearla de una manera loca.
Ya no puedo controlar tu vida, saber quien te besa y quien te abriga.


Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo.
Y es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo.
Ya no puedo seguir esperando, día y noche tu llegada adivinando.
Ya no sé con que inocente excusa pasar por tu casa.


Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo.
Y es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo.
Ya me quedan muy pocos caminos. Y aunque pueda parecerte un desatino,
no quisiera yo morirme sin tener algo contigo. Algo contigo...


Tontxu – Algo contigo

Vívola

Vívola

Durante un breve espacio de tiempo, Alma y yo mantuvimos dos perfiles paralelos. Ella, en el mejor tono dramático de Vívola, escribió...

Querido Pedro,

Casi sin palabras, seriamente afectada por los celos, la envidia, la impotencia, el afán de posesión, el quieroynopuedo, con el nudo en la garganta, tus preguntas formuladas sin respuestas por mi parte, los ojos estúpidamente humedecidos y un extraño y casi olvidado peso en el alma después de haberte leído...
Con todo eso, te informo que cierro un par de perfiles, planteándome muy seriamente cerrar el principal. Sin faroles. Todo es por ti, y eso incluye los silencios, ahora te lo digo.
De corazón espero que con estos mensajes en tu libro de invitadas revientes como un globo al hincharse tu ego. Esta vez seré yo la de la pistola en el casino. Jardiel interactivo, creo que lo llaman.
Cuando gustes, bórralo. O no. Yo te recomendaría que lo dejaras el tiempo suficiente para que te lean; eso te hará aún más irresistible, si cabe. Luego sí... luego deshazte de esta parrafada, por el bien de los dos.
Tuya, mucho más afectísima (y afectadísima, en fondo y forma) de lo que le gustaría,

VívoladeTodoaCien


Ni el mismísimo Jardiel hubiese podido poner unas palabras que destilasen tanto drama irónico en boca de Vívola.