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Franz y Sabina

Franz y Sabina Esta noche de insomnio, rescatando cosas pasadas -guardando recuerdos-, he vuelto a leer este fragmento de La insoportable levedad del ser (Milan Kundera). Ya lo puse una vez en un lugar.
Hace mucho tiempo, yo fui como Franz y conocí a Sabina.


“Franz es fuerte, pero su fuerza se dirige sólo hacia fuera. Con respecto a las personas con las que vive, a las que quiere, es débil. La debilidad de Franz se llama bondad. Franz nunca podría dar órdenes a Sabina. No le mandaría, como en tiempos hizo Tomás, que coloque un espejo en el suelo y ande encima de él desnuda. No es que le falte sensualidad, pero le falta fuerza para mandar. Hay cosas que sólo pueden hacerse con violencia. El amor físico es impensable sin violencia.
(...)
¿Y si tuviera un hombre que le diera órdenes? ¿Alguien que quisiera ser su amo? ¿Cuánto tiempo iba a aguantarlo? ¡Ni siquiera cinco minutos! De lo cual se deduce que no hay hombre que le vaya bien. Ni fuerte ni débil. Dijo:

-¿Y por qué no utilizas tu fuerza contra mí?
-Porque amar significa renunciar a la fuerza –dijo Franz con suavidad.

Sabina se dio cuenta de dos cosas: en primer lugar, de que aquella frase era hermosa y cierta. En segundo lugar, de que, al pronunciarla, Franz quedaba descalificado para su vida erótica.”

Y unas páginas más adelante...

“Entonces se percató con sorpresa de que no era desdichado. La presencia física de Sabina era mucho menos importante de lo que había supuesto. Lo importante era la huella dorada, la huella mágica que había dejado en su vida y que nadie podría quitarle. Antes de desaparecer de su vista tuvo tiempo de poner en sus manos la escoba de Hércules, con la cual barrió de su vida todo lo que no quería. Aquella inesperada felicidad, aquella comodidad, aquel placer que le producía la libertad y la nueva vida, ése era el regalo que le había dejado.
(...)
Por lo demás, siempre prefería lo irreal a lo real. Era más feliz con la Sabina que se había convertido en una diosa invisible que con la Sabina con la que recorría el mundo y por cuyo amor temía constantemente. Le había dado la inesperada libertad del hombre que vive solo, le había regalado la luz de la seducción. Se había vuelto atractivo para las mujeres.”

5 comentarios

Anónimo -

Tomás esperaba a Sabina. Ella lo llevó a un mundo ignoto y fascinante. Él quedó solo, apasionadamente solo.

Franz y Tomás. Un personaje da sentido al otro, ¿no crees?

Moriana -

Sí Franz era uno de esos que necesitaba vivir bajo la mirada de ese alguien elegido pero fíjate Sabina, cuando todos murieron: Franz en aquel autobús en el que se embarcó de aquella manera absurda y Tomás y Teresa en el accidente... ella, al final, lamentó no haberle dado una oportunidad a esa falta de fortaleza de Franz; no haber dejado que sus pequeños diccionarios de palabras incomprendidas llegaran a un acuerdo léxico y poético.

Buenas noches

La caminante -

Recuerdo mucho ese libro, pero no tan vivamente como para parafrasearlo con exactitud, (ni tampoco lo tengo a mano).
Pero no olvido cosas como esa situación en las que ellos duermen por primera vez juntos y ella tiene fiebre. Creo que esa noche ni se tocan pero ese estado desvalido y vulnerable de ella le produce una intensa sensasión erótica a él. Sigo manteniendo que la verdadera literatura erótica se manifiesta de esas maneras. Lo demás son evidencias gimnástica y a veces poco verosímiles, que además puede relatar cualquiera (sólo hay que darse un paseo por algunos blogs.
También recuerdo como ella aprende a mirar el mundo a través de una pequeña cámara de fotos, pura poesía.

Isthar -

Definitivamente ya estoy tardando en comprarme y leerme ese libro. Y mira que lo he pensado veces.

Ahora no pierdo la ocasión. Gracias ;)

dawu -

no lo conocía, pero cuanta razón llevan sus palabras...
tomo nota