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arrabales

La milonga

La milonga Hay un lugar por La Malvarrosa al que siempre quiero ir pero nunca encuentro con quien.
Es un altillo. Está encima de unos de esos bares viejos de la zona. De los del marítimo. Un bar donde el olor a frito te impregna, donde las mesas, de puro gastadas, dan la sensación de sucias. Donde lo típico sería cenar de picoteo. Unos calamares a la romana, unas tellinas, tal vez esgarraet. Y ai i oli. Y mucho aceite, servilletas de papel, vino en botella cuadrada; rellenada.
El altillo tendrá, supongo, unos setenta metros cuadrados. O más. Tiene un suelo de gres, de ese gres barato que producen sin parar las factorías de Castellón. Su techo es bajo, casi llegando al límite de lo permitido. Y mesas redondas, con cuatro sillas que las rodean. Mesas pegadas en dos de las cuatro paredes del local, dejando claro un espacio central diáfano para la danza.
Al entrar, accediendo por una oculta y estrecha escalera en el bar, recibe un hombre mayor. Semi calvo, con ojos sabios que te desnudan. Cara ancha, tal vez grueso. Te preguntará si eres socio, pero el no serlo no significa ningún problema. Sólo debes de abonar lo que te diga –creo que sobre los seis euros- y te permitirá el acceso. A cambio, disfrutarás de la atmósfera y te podrán servir una copa.
Siéntate, aún es pronto. Tan sólo hay otra pareja, que habla desenfadadamente. En la esquina, una chica con falda negra marca unos pasos. Dos hombres, que rondarán los cincuenta y cinco, manipulan un lector de CD como el que yo tengo en mi casa. Y suena la música...
Van llegando parejas, como un pequeño goteo. Pocas, en el punto álgido no llegaremos a las quince. Treinta personas. Todas mucho mayores que yo. Bueno, tal vez un par que rondan mi edad...
Sale una, y otra... Luego se animan tres más. Y danzan. Sus cuerpos se aproximan, se dejan envolver por el tango. Sólo están ellas y el tango.
Y yo siento envidia. Y ella, la chica que he llevado, admiración. Y de repente me dice que quiere aprender. Y yo me pregunto si lo lleva dentro. Sólo lo compartiré con quien lo lleve dentro. No es un pasatiempo más.

6 comentarios

Ice -

Precioso!

(estuve allí )

danubia -

lastima que estamos tan lejos, me anotaba para ir al boliche ese, debe estar muy bueno :))

Tracey -

Me encantaría saber bailar el tango, ¿me enseñas?

Anónimo -

Vaya... yo acabo de conocer ese sitio, y ya quiero volver, pero como escondida observadora de cuanto este por sudecerle.

Un beso :)

Stalmat -

soy un desastre para el baile ya q tengo 2 pies izquierdo como todos el mundo me dice, y no pienso volver a hacer el ridiculo asi q mejor me contento con ver bailar a Isthar

Isthar -

Yo al fin me he decidido, después de llevar años queriendo hacerlo, en cuanto se me cure el pie ¡¡voy a ir a clases de baile!! :D

Y voy a aprender y descubrir si realmente tengo piernas de Tango como siempre me han dicho ;)